jueves, 10 de julio de 2014

2º Aniversario 10 de Julio de 2014

Hace ya dos años que comencé a escribir este blog para llenar mis muchas, aburridas y larguísimas tardes muertas de joven desempleada, pero ahora, 244 entradas después -¡¿cuánto me ha dado tiempo a escribir tanto?!-, puedo decir con orgullo que se ha convertido en mucho más: aquel batiburrillo bastante caótico de noticias y relatos cortos dio lugar a historias más extensas fuera y dentro de Los Fuegos de Vesta, que me han permitido conocer a personas fantásticas, leer cosas maravillosas y descubrir lugares extraordinarios, y cuyos comentarios rápidos o "me gusta" me han dado aliento para escribir una línea más, en este año en el que, entre el trabajo, los estudios y el blog, me asombra que haya encontrado tiempo para dormir. Así pues, esta no es una celebración exclusiva mía, si no de los responsables de esas 46.000 visitas que ya registran Los Fuegos de Vesta, esos 1650 seguidores en facebook -aún se me salen un poco los ojos de las órbitas cuando veo la cifra-, 100 en google, 54 en blogger, 334 en twitter, y por supuesto tantos y tantos anónimos que han dedicado aunque fuera un solo minuto a cualquier noticia y relato, y sobre todo a David, mi pareja, que armado de comprensión y de paciencia ha soportado esas mil veces que he amenazado con rendirme, abandonar o estallar, que nunca me han interrumpido cuando me hacia un ovillo y comenzaba a escribir en mi libreta con letra minúscula como si ni siquiera existiera y que siempre ha sabido encontrarme debajo de la montaña de apuntes, borradores y libros. De todos vosotros es el logro de haber alcanzado estos dos años quizás mucho más que mío y considero que la mejor forma de agradecéroslo es llegar al tercer año, aunque solo sea por acabar de una vez el relato de "Yo, Claudia Livila".


Mientras ese año concluye, os invito a recordar a todas aquellas que dedicaron su vida a cuidar Los Fuegos de Vesta y, en especial, a quienes encontraron un hueco en este blog en espera de las otras: Pinaria, primera vestal que conoció el suplicio de ser enterrada viva por romper sus votos y cuyo sacrificio inauguró la larga serie de relatos que aquí la han precedido; Celia Concordia, la última vestal, quién contemplaría el cierre del templo de Vesta ante el imparable avance del cristianismo; y Aquilia Severa (Parte 1 y Parte 2), obligada a casarse con el emperador Heliogábalo cuando aún ejercía como vestal. Su recuerdo ha hecho posible lo que también consiguió vuestro apoyo. Gracias por este segundo año de Los Fuegos de Vesta y los muchos que espero y deseo que después de éste vengan. Un abrazo enorme

2 comentarios:

  1. Que bonito laura te mereces que tu trabajo sea apagado y gracias por sacar tiempo de donde no hay ojala vea tus lineas plasmadas en papel

    ResponderEliminar
  2. Perdon alagado maldito corrector jejeje

    ResponderEliminar