sábado, 14 de julio de 2018

Impúdica Pompeya: el Gabinete Secreto del Museo Arqueológico de Nápoles


Aquellos afortunados que han tenido la oportunidad de visitar, alguna vez, el Museo Archeologico Nazionale di Napoli sin duda han podido gozar, con alegría y asombro, de las bellas y cautivadoras piezas arqueológicas que celosamente custodia, desde la Collezione Farnese, a las menos conocidas Colezzioni Egizia, Epigrafica, o Numismatica, o la Sezione Topografica, dedicada al pasado griego y etrusco de la Campania, y, sobre todo, las espectaculares Collezioni Pompeiane: ¿quién no se ha emocionado ante los frescos, los mosaicos, las estatuas, los vidrios, las copas de plata, los objetos de bronce, y hasta las humildes cerámicas? Lo que pocos saben, sin embargo, es que la colección no está completa: desde poco después de su nacimiento fue cuidadosamente censura, obedeciendo a la moral de la época, y el fruto de esa censura gran parte del material arqueológico descubierto permaneció completamente oculto hasta fecha muy reciente, sólo visible ante los ojos de unos pocos privilegiados, que tan solo pudieron acceder a ellos tras muchas trabas. Hablamos por supuesto del Gabinetto Segreto.
El nacimiento del Gabinetto está ligado a la creación de la colección del Museo di Napoli. Desde el redescubrimiento de las ciudades sepultadas por el Vesubio -Ercolano, Pompei y Stabia (1738, 1748 y 1749 respectivamente)- bajo el reinado de Carlo VII, rey de Nápoles y de Sicilia -posteriormente, Carlos III de España-, las piezas arqueológicas se fueron ordenando, y exponiendo, en el entonces Real Museo del Palacio de Portici. La incipiente colección se fue organizando en pequeñas salas y gabinetes de carácter temático y tipológico, siendo accesible al gran público únicamente a partir del año 1819, lo que permitió a cualquier individuo, con independencia de su clase social o económica, no sólo admirar el legado del pasado, sino también, en múltiples ocasiones, malinterpretarlo. Al fin y al cabo, eran numerosas las piezas de carácter erótico y obsceno que, durante setenta años, habían surgido en las incesantes excavaciones arqueológicas, provocando más de un quebradero de cabeza a los encargados del museo, que no sabían donde albergar dichas piezas sin que llamaran demasiado la atención. ¿La solución?. Organizarlas en torno a la sala número XVIII, el denominado “Gabinete de los Objetos Obscenos”
Esta primera sala “secreta” albergó muchas obras escandalosas para la rígida moral del siglo XIX, tales como un gladiador atacando con una sica su propio y enorme falo en forma de perro, un gran grupo de tintinnabula con numerosos falos cada uno, sátiros itifálicos, escenas de sexo en mosaico y en fresco... y otras piezas consideradas igualmente impúdicas para el momento, pero bastante más “inocentes” para nuestra mentalidad actual, como por ejemplo un fresco de Apolo abrazando a una Dafne que se convierte en laurel, un sarcófago con un Baco borracho sostenido por dos sátiros o una estatuilla de Venus en bikini atándose una sandalia. Sin duda, entre todas las piezas halladas, la que más escándalo y revuelo provocó fue el famosísimo conjunto marmóreo de Pan y Cabra, que tras su hallazgo en 1752 se convirtió rápidamente en la pieza estrella del Gabinete.
El acceso al Gabinete siempre estuvo sujeto a la adquisición de un permiso especial, restringiéndose hasta tal punto la visita que, entre 1752 y 1762, únicamente dos aristócratas extranjeros obtuvieron este permiso. En 1777, se reforma el antiguo edificio de la Universidad de Nápoles para convertirlo en la sede definitiva del Museo para albergar tanto las piezas ya descubiertas como las que seguían saliendo a la luz en las excavaciones de Pompeya y Herculano
La creación del actual Gabinetto Segreto se produjo en 1819, el mismo año de la apertura al público del Museo, a raíz de la inesperada visita del futuro rey de las Dos Sicilias, Francesco I, quién, con la compañía de su esposa María Isabel de España y de su hija Luisa Carlota, entonces de sólo quince años, decidió darse un paseo por las diferentes salas del recién abierto Museo. Es casi imposible no esbozar una sonrisa divertida al imaginar su cara de asombro, estupor y espanto -y más teniendo en cuenta quienes le acompañaban- al contemplar a su alrededor, y sin cesar, una inmensa multitud de objetos fálicos: lucernas, campanillas, esculturas de Príapo con su enorme falo erecto, esculturas y pinturas de ninfas, sátiros y hermafroditas representados en una infinidad de juegos eróticos, más o menos explícitos... Francesco I abandonaría el Museo tan indignado y horrorizado que ordenaría el inmediato aislamiento de todas las piezas de carácter erótico en una sala especial, dónde solamente “las personas de edad madura y moral reconocida” pudieran entrar, siempre con una autorización especial. Michele Arditi será designado encargado de escoger las 102 piezas que pudieran ofender la moral tradicional creando así un área secreta a la mayor parte del público a fin de no generar ningún tipo de escándalo.
Desde su creación, su “fama” se extendió rápidamente por todo el panorama mundial, provocando que numerosos científicos y aventureros, nobles y monarcas se acercaran siempre en sumo secreto a visitar el Gabinete; los menos conseguirían pases especiales, y la mayoría sólo accedió a la sala tras el pago previo de sobornos a guardias y directores de museos. Así, a lo largo de sus casi doscientos años de vida, el Gabinete de Objetos Obscenos ha permanecido casi siempre cerrado a cal y canto, y únicamente en breves períodos de liberalismo político se ha permitido el libre acceso.
Tras el cierre decretado en 1819 por Francisco I, en 1823 la colección pasó a llamarse Gabinete de Objetos Reservados y continúo siendo necesario un permiso especial para su acceso. La situación no mejoró en 1860; la entrada de Guissepe Garibaldi en la ciudad permitió una breve apertura de puertas, al declarar el Museo como propiedad de la nación y delegar su dirección nada menos que en el novelista francés Alexandre Dumas. La colección de temática erótica, hasta entonces relegada al olvido, fue por primera vez catalogada y estudiada; recibiría además un nuevo nombre, Colección Pornográfica, que perduraría más de un siglo; y se permitió un mayor acceso, no sin recibir críticas. Muchas piezas del Museo fueron recolocadas dentro de esta sección y se añadieron otras halladas recientemente, hasta aumentar en 1866 a 206 los objetos de la Colección. A pesar de la resistencia inicial, esta zona se hizo mucho más accesible al ser los dirigentes y no la Corona quienes permitían la entrada.
La llegada al trono de la Casa de Saboya como consecuencia de la unificación de Italia restringió de nuevo la entrada a la Colección. Se llegó incluso a especular con la destrucción de las piezas, puesto que eran monumentos perniciosos para la moral de los visitantes y contrario a la buena reputación de la familia real. Sería el entonces conservador del Museo quién lograría frenar su destrucción, al proponer y conseguir impedir su acceso mediante una puerta cerrada mediante tres cerraduras y tres llaves distintas, custodiadas por tres personas diferentes. Se barajó incluso la posibilidad de encerrar en 1851 en la Colección a todas aquellas Venus que estuvieran parcial o completamente desnudas.
La censura continuaría bajo la Italia fascista, momento en que era preciso el permiso del Ministerio de Educación para poder visitar la colección, quedando en abril del año 1931 reducido el acceso a únicamente artistas y estudiosos siempre que certificaran previa y satisfactoriamente su profesión. Tras la Segunda Guerra Mundial la censura perdería fuerza progresivamente hasta su desaparición definitiva en 1967, si bien aún en 1971 era necesario obtener un permiso especial para poder visitar el Gabinete. A partir de 1972, y aunque teóricamente de libre acceso y sin necesidad de ningún tipo de permiso, el Gabinete ha estado a pesar de todo cerrado al público durante larguísimas temporadas, argumentando todo tipo de motivos y excusas -desde restauraciones a goteras-, y la prohibición de acceso para las mujeres ha permanecido intacta hasta el siglo XXI.
Finalmente en 2000, tras organizarse algunas salas, el Gabinete Secreto ha sido reabierto al público sin que ningún tipo de veto, prohibición, permiso o excusa impida el acceso a todos los públicos -si bien los menores de catorce años siguen estando obligados a entrar con compañía de un adulto-. Su aspecto actual recuerda las vicisitudes que la colección ha experimentado durante estos dos siglos, organizándose el espacio intentando evocar el contexto cotidiano al que estaban ligadas las piezas así como su función original.
En la actualidad, el Gabinete Secreto consiste en una antesala (A) y, tras cruzar la puerta de entrada, de un pequeño vestíbulo (V), con cuatro habitaciones internas secuenciales, dispuestas en forma de herradura. Mientras que los objetos en A y V provienen de diferentes lugares y regiones, las cuatro habitaciones interiores pretenden reproducir diversos espacios pompeyanos: 1, la casa pompeyana; 2, el jardín pompeyano; 3, el burdel; 4, la calle. Los objetos así mismo se pueden agrupar en función de los diferentes aspectos de la sexualidad romana... y ello nos sirve de excusa para señalar algunos de las piezas más interesantes del Gabinete Secreto.
Aspecto religioso:
A: destaca un espléndido sarcófago romano con una escena de bacanal en relieve, en cuyo centro aparece un Baco borracho apoyado en dos sátiros y rodeado de ménades danzantes, envueltas en diferentes juegos eróticos con varios sátiros
V: Cerámica de figuras rojas atribuida al pintos Epiktetos en la que una bacante está a punto de mantener relaciones sexuales con un burro; diversos exvotos anatómicos de terracota (falos en su mayoría, si bien también encontramos varios senos y vulvas), provenientes del santuario samnita de Cales y datados en los siglos IV-II a.C.
2: Estatua del dios Príapo, sin cabeza pero con un falo de grandes proporciones, en alabastro de color amarillo bastante llamativo.
3: Más estatuas de Príapo, en barro y en bronce, pensadas para realizar libaciones de agua, vino y lecho sobre su falo; estatuilla de márfil indio que representa a la diosa hindú de la fertilidad, Laskshmi, danzante, completamente desnuda y adornada por gran diversidad de joyas.
Aspecto cultural.
Presente principalmente en la decoración del hogar, pensados pues para embellecer el interior de las casas y jardines de las villas, y cuyos protagonistas son sobre todo dioses y héroes.
A: Estatua de mármol del dios Pan enseñando a tocar la flauta -clara alegoría fálica- al joven y desnudo pastor Dafnis
V: Pequeña estatuilla de bronce de un sátiro barbudo reclinado con un gran falo erecto.
1: Colección de frescos. Zeus seduce a Leda como cisne; Apolo abraza a Dafne mientras se convierte en laurel; Hermafrodita desnudo en una frenética pelea erótica con un sátiro barbudo que intenta poseerlo; abrazo entre el cíclope Polifemo y la ninfa Galatea; las tres Gracias; todo tipo de escenas eróticas de sátiros con ninfas y con bacantes.
2: Relieve de mármol blanco con Apolo y tres ninfas en plena orgía sexual en una sola cama; bajo relieve de mármol de una ninfa que intenta defenderse del ataque sexual de un sátiro barbudo agarrándolo por la barba; Venus desnuda tumbada en una concha marina; estatuilla de mármol de la diosa Venus en bikini que se ata una sandalia tras el baño.
3: Copa de planta de la casa del Menandro en que Marte y Venus tienen relaciones sexuales en una cama mientras Eros desnudo observa.
Aspecto caricaturesco.
A: Mosaico de baldosas negras y blancas en que varios pigmeos intentan aparearse en varios barcos que cruzan el Nilo.
V: Crátera de figuras rojas con escenas de soldados representados con vientres abultados y enormes falos.
1: Frescos. Pan, tras descubrir que la hermosa mujer dormida con la que trataba de acostarse es en realidad un hermafrodita, intenta huir mientras éste le sostiene de un brazo y exhibe un gran falo erecto; Eneas lleva a su padre Anquises sobre los hombros y a su hijo Ascanio de la mano, durante la huida de Troya, todos con forma canina.
2: Nuevas escenas de pigmeos apareándose en barcos sobre el Nilo; el conocidísimo grupo escultórico del sátiro Pan manteniendo relaciones sexuales cara a cara con una Cabra -sin duda la pieza más censurada y ocultada desde la creación del Museo, no tanto por su temática sexual, sino también por los amorosos ojos de la Cabra y la delicadeza casi romántica con la que Pan la posee.
objetos pensados para hacer reír a los comensales a un banquete, o bien a los clientes de alguna taberna. Jarras de terracota en forma de enanos deformes y grotescos con grandes falos; tazas de cerámica con cara de sátiro y un lengua móvil fálica que surge al llenarse las tazas de bebida; estatuas de bronce de vendedores ambulantes, o esclavos, esqueléticos, con enormes penes flácidos, sujetando bandejas para depositar dulces; figurillas de bronce de personajes esperpénticos pensados para decorar la mesa, tales como pigmeos bailando, oradores desnudos, un guerrero-gallo.
3: Diversos
4: Fresco de un callejón de Pompeya que adornaba la fachada de una tienda, en que un burro penetra a un león y es declarado ganador por una Victoria alada que le entrega la corona y la palma (se ha considerado, desde un punto de vista alegórico, que representa a la paciencia -el burro- como superior a la fuerza bruta -el león-)
Aspecto comercial.
Principalmente frescos provenientes de burdeles.
3: Frescos pornográficos de poca calidad artística (en su mayoría graffiti), que representan a parejas heterosexuales y homosexuales -sólo hombres-, en todas las posturas sexuales posibles; un relieve en mármol con escenas similares, destinada no a un burdel, sino a una taberna; lámparas de cerámica de época imperial con nuevas escenas sexuales no necesariamente destinadas a burdeles o tabernas.
Aspecto mágico.
El uso del falo como amuleto por su capacidad apotropaica
3: Tintinnabula de bronce, suspendidos de cadenas en las entradas de las casas o tiendas con la función de defenderlas del mal de ojo mediante el recurso de provocar la risa. El tintinnabulum clásico es un pene erecto con un cuerpo fuerte y poderoso y dos alas abiertas, al que se puede añadir un cuerpo fálico, una cola fálica, piernas fálicas, brazos fálicos y así sucesivamente, a los que, por último, se sumaban campanillas colgadas de cadenas con el objetivo de que su sonido ahuyentara a los malos espíritus. Para que la risa ayudara también en este cometido, algunos tintinnabula tienen además formas grotescas: destaca un gladiador que, con la ayuda de una daga curva,combate contra su propio pene erecto convertido, en una pantera agresiva; un enano que monta un caballo-falo, sin darse cuenta de que va a ser penetrado por su cola fálica. Con esta misma función apotropaica hay tres lámparas de aceite de bronce en que forjadores que sostienen un martillo dan un golpe certero a sus inmensos falos.
Otras piezas:
-Brasero del s. I de la casa de Julia Felix de Pompeya cuyos tres pies tienen forma de sátiros con la mano izquierda extendida hacia adelante y un pequeño pene erecto.
-Diversos amuletos fálicos -los denominados fascinum- tanto para niños como para adultos pensados para protegerlos de accidentes y enfermedades, de diferentes materiales: hueso, marfil, bronce, cristal de roca, etc.
4: Insignias fálicas de toba encontradas en el exterior de algunos talleres de Pompeya con la misma función que los tintinnabula. El más conocido es, sin duda, es el que portaba la inscripción felicitas hic habitat de una panadería
Aspecto funerario.
V: Cippi fálicos de travertino, usados como señales de tumbas etruscas de Chiusi y Perugia, datados en el s. II-I a.C. Se explican comúnmente como lápidas de personajes masculinos de los cuales se ha querido resaltar de manera especial la virilidad o su fuerza generativa; sin embargo, los nombres grabados son tanto de hombres como de mujeres, por lo que tal vez deban ser explicados como una esperanza de renacimiento (puesto que la tierra, a la que se desciende con la muerte, es un elemento femenino, es necesario el masculino para volver a nacer)
A: el sarcófago mencionado en aspecto religioso
Aspecto erótico-amoroso.
V: Plato ático de figuras rojas (mediados del s. V a.C.) con una escena de sexo anal entre un hombre y un esclavo; ánfora etrusca de figuras negras con nuevas escenas de sodomía de personajes masculinos en un ámbito deportivo (ya que las escenas homosexuales solamente aparecen en áreas de cultura griega y etrusca, no romana); crátera itálica de figuras rojas con dos jóvenes comensales y una prostituta (segunda mitad del s. IV a.C.)
3: Fresco de la casa de Lucio Cecilio Giocondo con escena erótica entre una joven pareja; pila de bronce grande con escena erótica en su interior, destinada no sólo a las abluciones en un banquete sino también a ser expuesta en el atrio de la casa como muestra de riqueza, refinamiento, riqueza o cultura del propietario; cerámica con tres sátiros con barba y desnudos con enormes falos; dos pequeñas estatuillas de terracota de amantes que se besan, uno independiente, otros acostados en una cama con un pequeño perro en brazos

martes, 10 de julio de 2018

¡¡Sexto Aniversario!!

Hace ya seis años que comencé a escribir Los Fuegos de Vesta con el simple objetivo de llenar mis muchas, aburridas y larguísimas tardes muertas de joven desempleada, de reencontrarme conmigo misma y aquella pasión desbordante que me había impulsado a estudiar Historia, después de recibir más portazos y decepciones que alegrías tras abandonar la facultad, pero ahora, 348 publicaciones más tarde -¡¿cuándo me ha dado tiempo a escribir tanto?!-, puedo decir, con inmenso orgullo, que se ha convertido en mucho, mucho más: aquel batiburrillo bastante caótico de noticias y relatos cortos -bajo el nombre, ahora, de Relatos de la Antigua Roma- dio paso a historias más extensas -la desdichada Aquilia Severa, mi querido Euno, el Rey Esclavo, la valiente Drauca, la olvidada  Claudia Livila...- por las que poco a poco han pasado desde Emperatrices a Esclavos, y comenzó a incorporar además artículos de divulgación -no os perdáis por ejemplo la serie dedicada a Mujer y Literatura o las numerosas entradas centradas en los acontecimientos finales de la República Romana-, diversas biografías y este una nueva sección dedicada a Epitafios romanos

Gracias al blog, pero también al grupo de facebook y twitter, he conocido a personas fantásticas, leído cosas maravillosas y descubiertos lugares inolvidables, que han hecho que mereciera la pena todos y cada uno de los minutos delante del ordenador. Así pues, como los cinco años anteriores, esta no es una celebración exclusiva mía, sino que la quiero compartir con todos vosotros, aquellos que la han hecho posibles, los responsables de esas 512.940 visitas que ya registran Los Fuegos de Vesta, esos 4267 seguidores en facebook -se me salen un poco los ojos de las órbitas cuando veo esas cifras-, 263 en google, 70 en blogger, 2413 en twitter, y, por supuesto, tantos y tantos anónimos que han dedicado aunque fuera un sólo minuto de su tiempo a cada noticia, relato o artículo.

De todos vosotros es sin duda el increíble logro de haber alcanzado, no sin dificultad y algún conato de rendición -primero el máster, ahora el doctorado... admito que este año no he estado todo lo activa que me gustaría...-, estos seis años mucho más que mío, y no hay mejor forma de agradecéroslo que llegar a un séptimo año... y seguir creciendo. Ya sólo me queda añadir:

¡¡LARGA VIDA A LA DIOSA VESTA!!

viernes, 29 de junio de 2018

Plotina y Marciana: el uso de la imagen femenina en la política moral de Trajano


A partir de Augusto el establecimiento de un nuevo orden en la sociedad romana implicó que no sólo el princeps, si no la totalidad de su familia, incluidos tanto hombres como mujeres, tuviesen un gran protagonismo político. Era preciso, por tanto, otorgar algún papel a sus parientes femeninos, puesto que de forma inevitable se habían convertido también en personajes públicos -fundamentales además en los juegos sucesorios- pero sin que ello implicara cambiar el modelo de sociedad romana y la posición natural de la mujer dentro de la misma. Sus actuaciones privadas y domésticas debían, en consecuencia, responder a la perfección al llamado mos maiorum o “costumbre de los ancestros”, a la política moral del emperador de turno, y serían utilizadas, dada su gran transcendencia pública, como ejemplo a seguir en la época, en especial en la población femenina, y vehículo de transmisión de la importancia ética de la domus imperial y su ideología. La conducta de las mujeres imperiales, por consiguiente, debía ser -o por lo menos debía aparentar serlo- el que se esperaba de cualquier otra mujer romana: cuidar la casa, en ese caso la Augusta, aquella que regía los destinos del Imperio; ser fiel al esposo y tener hijos; no entrometerse en sus asuntos privados, salvo como simples consejeras del princeps, y nunca sobrepasar los espacios domésticos y privados.
Ante una dinastía como la Antonina que es considerada, con suma razón, en la historiografía antigua y moderna como una época de estabilidad, cohesión e integración, esta imagen de la familia imperial en armonía, sin conflictos familiares, sin intromisiones por parte de las mujeres en los roles masculinos, y dotadas de todas y cada una de las mejores virtudes tradicionales, sería necesaria para su propagación ideológica tanto en Roma como en las provincias como elemento, en cierta medida, legitimador de la dinastía al contraponerlo con los excesos de imperatores anteriores y sus esposas, que historiadores contemporáneos al inicio de la dinastía, como Tácito y Suetonio, se esforzaban en difundir a través de sus obras.
Aquel prototipo de familia imperial tenía que ser pues un referente en los ambiguos espacios de lo privado y lo público y erigirse como claro símbolo del retorno a una época gloriosa, gracias al respeto a las tradiciones y al buen hacer de Trajano y de sus sucesores. Expresaba la excelente salud y continuidad de la sociedad y la moral romanas en su conjunto tras los años de trastornos morales y desordenes políticos de Domiciano e incluso de los Julio-Claudios. La posterior divinización de las mujeres imperiales que habían servido como modelo de ese retorno a los ideales del pasado, que sin duda había provocado el esplendor del presente, no hacía mas que corroborar la idoneidad y utilidad de su comportamiento y la necesidad, para el conjunto de la población femenina, de tomarlas como ejemplo a fin de garantizar al fortaleza, permanencia y gloria del Estado y la cultura romanas. Para alcanzar este objetivo, sus imágenes, tanto reales como simbólicas, debían propagarse por todas las provincias del Imperio a través de los diversos modos de expresión artísticos y literarios al alcance del emperador.

Sus imágenes públicas servían pues para proyectar mensajes sobre la naturaleza e ideales del gobiernos y sus diferentes dirigentes, puesto que el propósito normal al honrar a cualquier mujer de la familia imperial no era únicamente el uso de su imagen con carácter ejemplarizante, sino también exaltar a los hombres de quienes ellas eran madres, hermanas, o esposas. La acuñación de monedas en el Imperio demuestra claramente que las mujeres de la familia del César eran vistas como poco más que sus apéndices, igual que el resto de mujeres romanas eran concebidas como extensiones de sus parientes masculinos.
Así en el reverso de una moneda imperial, la mujer imperial solía ser representada como una personificación de un atributo del emperador, o del aspecto que más quería destacar de su gobierno, tales como Concordia, Iustitia, Pax, Securitas, Fortuna... Debido a que estas cualidades abstractas eran designadas en latín a través de nombres femeninos y eran honradas como diosas femeninas, las mujeres imperiales pudieron personificarlas. Destaca, principalmente, su identificación con la diosa Ceres, cuyas características de fertilidad y de crianza los emperadores querían inculcar en todas las mujeres de acuerdo con la política oficial de aumentar la tasa de nacimiento; y con Vesta, deidad del hogar que debía constituir el entorno vital de la mujer como guardiana y protectora del mismo; así como con todas las tradicionales virtudes femeninas romanas: Pietas, que indicaba su total lealtad a la religión romana y al orden social establecido, deidad que se asocia tras su muerte con Matidia la Mayor, sobrina de Trajano, en numerosas acuñaciones; Fides, que denotaría su fidelidad a un único hombre incluso tras su fallecimiento, tal como observamos a Plotina en varias monedas; y Pudicitia, que asegura que su conducta sexual esta más allá de todo reproche, diosa reservada a Vibia Sabina en la numismática de su esposo Adriano.
Las acuñaciones no fueron sin embargo el único vehículo para transmitir la ideología moral de la dinastía. En numerosas representaciones escultóricas, sobre todo atribuidas a Vibia Sabina, la emperatriz es presentada como reencarnación de diversas diosas romanas y las virtudes asociadas a las mismas, tales como Venus Genetrix, matriarca de todo el pueblo romano; Fortuna, garantía de la prosperidad y abundancia del Imperio; o Diana, diosa no sólo de la caza, sino también del parto y de la productividad del campo.

Los propios emperadores además difundirían mediante documentos de carácter privado, que de forma intencionada fueron hechos públicos, la imagen que ellos tenían del prototipo de la mujer, y que, por tanto, debía regir durante su gobierno. Así, la armonía familiar en el palacio será el tema principal de la laudatio funebris que Adriano dedicará a su suegra Matidia, donde elogia sus buenas relaciones con Sabina y con él mismo, y le atribuye un elenco de virtudes similares a las de Plotina y Marciana en el Panegyricus Traiani de Plinio, del que hablaremos más adelante; Adriano destaca su modestia al afirmar que no le pidió nada que ella no utilizara más tarde no en provecho propio, si no del emperador, y que nunca le reclamó muchas cosas que a él le hubiera gustado concederle. Esa misma descripción de armonía familiar la encontramos en una carta dedicada, por su cumpleaños, a su madre Domitia Paulina, y escrita, como la Laudatio, supuestamente también por él mismo. En la misma, el emperador elogia la Pietas y la Castitas de su madre y ruega que todos sus actos fueran a sus ojos dignos de alabanza.
Sin embargo, donde mejor se observa esta concepción de la mujer imperial como modelo de sus contemporáneas, encarnación de valores y ideales tradicionales y del gobierno, es, como hemos dicho, en el Panegyricus Traiani, de Plinio el Joven; se trata de un discurso laudatorio de noventa y cinco párrafos en los que no hay ni una sola mención a un nombre de mujer, siendo el protagonista indiscutible Trajano, un hecho ya de por sí bastante significativo. Sin embargo, hay varias alusiones a mujeres identificables, como Pompeia Plotina y Ulpia Marciana, esposa y hermana del César. Las dos aparecen en virtud de la propia intencionalidad ideológica del discurso, de nuevo en calidad de justificación y alabanza del nuevo régimen1.
La descripción del carácter de la emperatriz comienza, como no podía ser de otra forma, por una alabanza de la vida privada de Trajano. Elegir una esposa adecuada era lo más necesario para el propio honor, y la esposa de Trajano es para él decus et gloria2, virtuosa y una “mujer a la antigua” adecuada, imposible de encontrar ninguna mejor3, sencilla en su aspecto, moderada y modesta4. Con respecto a su marido, se alegrará de su fortuna, pero no le respetará por ella, sino por él mismo, confortados por un muto aprecio5. Pero todas las virtudes de Plotina se las debe a Trajano, que así la ha enseñado, porque “a una esposa le basta la gloria de obedecer”6. El mérito de la emperatriz es la moderación del emperador, ante la que todo el respeto hacia él y hacia ella misma es poco en una esposa y en una mujer7. Así mismo, no compite en nada con su cuñada, distinguiéndose sobre todo su casa por la ausencia de rivalidades, queriéndose entrañablemente8. Pero otra vez el mérito es de Trajano, a quién se esfuerzan en imitar, de donde viene su moderación, mostrada cuando rechazaron el título de Augustas que el Senado les ofrecía9
La Casa Imperial debía ofrecer así, según Plinio, buenos ejemplos a las simples romanas. En primer lugar, la obediencia debida a los esposos por sus mujeres10; en segundo, la plena ausencia de envidia y de emulación entre cuñadas, ya que según el autor:“nada es más propenso a las querellas que la emulación sobre todo en las mujeres; ahora bien ésta nace especialmente en la familiaridad, se alimenta de la igualdad y se inflama con la envidia, cuyo remate es el odio”11.Y, en tercer lugar, la modestia y el rechazo de excesivos honores, porque “¿qué hay en efecto más honroso para unas mujeres que colocar el verdadero honor no en el esplendor de unos títulos, si no en los juicios del público, y hacerse dignas de las más altas distinciones precisamente por rehusarlas?”12
Plinio reduce en su Panegyricus el papel de esas mujeres imperiales en diversos aspectos: su significación en los momentos de la sucesión, que ha de depender de una elección libre del César de entre todos los ciudadanos, sin tener en cuenta a los posibles hijos de la esposa; las emperatrices han de obedecer en todo a sus maridos, en lo cual hallaban su gloria, e imitarle en la moderación, y en la modestia; sus virtudes sirven de adorno al princeps, y deben amarlo y respetarlo como a sí mismas. El ejemplo dado por las mujeres imperiales debe ser seguido por el resto de las mujeres romanas de la época evitando las disputas domésticas y la envidia, desdeñando los honores y buscando sólo una buena fama, mediante la obediencia al marido. El resto de sus obligaciones será dar hijos al Imperio y alabar hasta en en privado al emperador, en cuya glorificación se unirían a sus esposos; su actitud, por tanto, en el interior de la familia imperial deber ser solamente el de matrona, reduciéndose en la práctica su papel social y político a cero.
Plotina y la hermana de Trajano en el Panegyricus son modelos para su género, y sirven para definir las principales virtudes y valores de una mujer romana: obediencia ciega al marido, modestia en el vestido y acompañamiento, la sencillez y el pudor en el trato, la virtud en sus costumbres, y en la vida doméstica y la fidelidad tanto al marido como al poder establecido. No obstante, las virtudes de Plotina son producto de Trajano, que así la ha enseñado y a quién se esfuerza en imitar.
“Tu esposa, en cambio, te sirve para honra y gloria. ¿Qué hay más santo que ella ni más conforme a la tradición? (…) Con qué firmeza reverencia tu persona y no tu poder. Seguís siendo el uno para el otro lo que fuísteis; os guardáis recíproca consideración y nada os añadió la fortuna, si no es que habéis empezado a ver de veras qué bien la lleváis entre ambos. Obra del marido es haberla educado y formado así, pues le basta a la esposa la gloria de obedecer. Al ver ella que no entra en tu comitiva ni el terror ni la ostentación ¿no iba ella a andar también en silencio? ¿No iba a imitar, en lo que el sexo se lo permite, a su marido que va a pie? (…) Con un marido de tanta sencillez, ¿qué recato no debe tener, como esposa, para su marido, y, como mujer, para consigo misma?”13
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1 Ver POSADAS, J.L.: “Clientelas y amistades femeninas en Plinio el Joven”, Studia historica, Historia antigua, nº 26, 2008, 101-103 (Las mujeres en el Panegírico)
2 PLINIO, Panegyricus, 83.4
3 PLINIO, op.cit., 5
4 PLINIO, op.cit., 7
5 PLINIO, op.cit, 6
6 PLINIO, op.cit, 83.7
7 PLINIO, op.cit, 83.8
8 PLINIO, op.cit, 3-4
9 PLINIO, op.cit, 5-6
10 PLINIO, op.cit., 83.7
11 PLINIO, op.cit., 84.2
12 PLINIO, op.cit., 84.8
13PLINIO, op.cit. 83.5

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Imágenes:
1-Representación de Trajano en el Arco edificado en su honor en Benevento
2-Busto de Pompeia Plotina en los Baños de Neptuno, en Ostia
3-Vibia Sabina como Diana, en el Museo del Prado (Madrid)
4-Áureo de Matidia la Mayor identificada como Pietas