El futuro Augusto nace como Cayo
Octavio el 23 de septiembre del año 63 a.C., año de la conjura de
Catilina y el consulado de Cicerón. Su padre, de mismo nombre, era
un homo novus, es decir, el primero de su familia en entrar en
el Senado; originario de Velletri, gozó de una gran fortuna y en el
año 60 a.C. alcanzó la pretura, muriendo al año siguiente antes de
poder presentarse al consulado. Su madre, Atia, contraería años
después un segundo matrimonio con Lucio Marcio Filipo, cónsul en el
año 56 a.C., el cual criaría al pequeño Octavio y a su hermana,
Octavia, junto a sus propios hijos, arreglando incluso el matrimonio
de Octavia con Cayo Claudio Marcelo, senador y cónsul en el año 50
a.C.. Atia era nieta de Julia la Menor, una de las hermanas de Julio
César, quién desde pronto se interesaría de Octavio, ocupándose
de su educación, orientada a la retórica y a las letras. Ya en el año 47 a.C., con solo
dieciséis años, César le nombra para formar parte del Colegio de
los Pontífices y al año siguiente le permite participar en su
triunfo africano, aceptándole incluso en su carro, gesto en el que
algunos autores modernos han querido ver un reconocimiento público
por parte de César de Octavio como su heredero. En el año 45 a.C.,
Octavio pudo haber luchado con César en Hispania contra los últimos
partidarios de los hijos de Pompeyo, mientras que al siguiente año
le encontramos en Apollonia, en la provincia de Iliria. Las fuentes
difieren sobre si se hallaba allí preparando la campaña contra los
partos, uno de los últimos proyectos de César, o bien estaba
recibiendo educación con maestros griegos. Sea como fuere, sería en
esta ciudad dónde Octavio recibiría la noticia del asesinato de
César y su adopción por este como hijo y heredero de ¾ partes de
su fortuna. A partir de ese momento asume un nuevo nombre: Cayo Julio
César Octaviano.
Tras desoír los consejos de su
madre, que le instaba a rechazar la sucesión y herencia de César, y
de varios oficiales, que le exhortaban a buscar refugio con las
tropas de Macedonia, Octaviano decide navegar a Italia para reclamar
el legado de su tío abuelo. Tras una cálida recepción por parte de
los soldados de César en el puerto de Brindisi, Octaviano se apropia
sin permiso oficial de los tributos anuales de las provincias
orientales y con ellos recluta tropas en su marcha hacia Roma,
veteranos de César principalmente, hasta alcanzar en junio los
30.000 efectivos. Al llegar a la ciudad, Octaviano se
encuentra con el cónsul Marco Antonio en una frágil tregua con los
asesinos de César gracias a una amnistía general aprobada el 17 de
marzo. Antonio, no obstante, había logrado expulsar a la mayoría de
Roma con su discurso fúnebre en honor a César, que volvió a la
opinión pública contra los cesaricidas, dirigidos por Marco Junio
Bruto y Cayo Casio Longino. Aunque Antonio estaba acumulando gran
apoyo político, Octaviano se decidió a rivalizar con él con el fin
de ser dirigente de la facción populista que antes dirigiera César,
y si bien no tendría éxito en persuadir a Antonio para que le
entregara la fortuna de César de la que aquel se había apoderado,
si logró durante el verano el apoyo de varias prominentes figuras de
la política romana, quienes veían en Octaviano un mal menor o un
medio para deshacerse definitivamente de Antonio. Este estos destacaba de forma principal Marco Tulio
Cicerón -bajo cuyo consulado Octaviano naciera-, quién atacaría a
Antonio en el Senado mediante sus famosas Filípicas acusándole, entre otras cosas, de
ser la mayor amenaza para el Estado romano. Este clima de abierta
hostilidad, unido a la fuerza militar de la que disponía Octaviano
en Italia, obligaron finalmente a Marco Antonio a partir de Italia hacia la
Galia Cisalpina, cuyo gobierno Décimo Bruto se negó a entregarle a pesar de haberle sido concedido por el Senado.
Nombrado senador en el año 43 a.C.,
antes de la edad permitida y sin haber ocupado cargo alguno,
Octaviano recibía así oficialmente el apoyo del Senado frente a
Antonio, si bien el objetivo último de los senadores era debilitar a la
totalidad de la facción cesariana. Con este fin, se le otorga a
Octaviano el imperium propretoriano, que convirtió en legal
el mando sobre sus legiones, y se le envía junto a los cónsules Hircio y Pansa a socorrer a Décimo
Bruto, asediado por Antonio en la actual Módena. El ejército de Antonio sería vencido en
Forum Gallorum, lo que supuso una victoria para el bando senatorial, sin embargo durante los enfrentamientos murieron ambos
cónsules, dejando a Octaviano como único comandante en jefe de los
ejércitos. El Senado intentó recuperar el control solicitando a Octaviano que cediera el mando a Décimo Bruto, pero el heredero de César rechazó cooperar y ayudar en
futuras ofensivas contra Antonio. Cuando el Senado, por su parte, se
negó a entregarle el consulado, vacante por la muerte de Hircio y
Pansa, y anular la declaración de Antonio como enemigo público y la
amnistía concedida a los cesaricidas, Octaviano marchó a Roma al
mando de ocho legiones y obligó al Senado a aceptar todas sus
exigencias. Al mismo tiempo, Antonio establecía una alianza con
Marco Emilio Lépido, otro líder cesariano quien ejerciera de
magister equitum en la dictadura de Julio César (segundo
poder del régimen solamente por debajo del dictador). Aunque derrotado,
Antonio aún contaba con apoyos entre las tropas romanas, llegando a
reagrupar sus fuerzas en la Galia hasta alcanzar un total de
diecisiete legiones. Tanto Lépido como Octaviano sabían que, de
continuar enfrentándose entre ellos, la facción cesariana se
debilitaría y se reduciría, al contrario que los cesaricidas, que
no tendrían ninguna necesidad de utilizar sus fuerzas. Se plantea
pues la necesidad de una alianza entre ellos: en un encuentro
realizado cerca de Bolonia a finales del año 46 a.C., Octaviano,
Antonio y Lépido forman el llamado Segundo Triunvirato. A diferencia del Primer Triunvirato
del 60 a.C., basado en un acuerdo privado entre Marco Licinio Craso,
Julio César y Pompeyo, el Segundo Triunvirato fue legalizado
mediante la Lex Titia tresviri res publicae constituendae, que
procedió a crear una nueva magistratura a medida de Octaviano,
Antonio y Lépido, a los que se dotó de poderes especiales por una
duración de cinco años con el fin de reorganizar la República
romana. Supuso así mismo la división del territorio controlado por Roma en tres parcelas
diferenciadas de poder: Marco Antonio recibió Galia Transalpina y
Cisalpina; Lépido tuvo la Galia Narbonense; y Octaviano aceptó
Hispania, Cerdeña y Sicilia. Octaviano se encontró pues en peor
posición que sus dos colegas de triunvirato, ya que el mar se
encontraba dominado por Sexto Pompeyo, último hijo superviviente de
Pompeyo Magno, mientras que la Galia, en poder de Antonio y Lépido, les proporcionaba a éstos el mayor número de
legionarios.
Con el Estado romano en poder de los
cesarianos y derogada la amnistía por la muerte del dictador,
comienza la guerra civil contra los cesaricidas. Es en este contexto
determinado donde se enmarcan las listas de proscripciones:
redactadas por los triunviros, contenían nombres de enemigos
públicos cuya detención o muerte se recompensaba con la entrega al
ejecutor de una parte de los bienes del proscrito, si bien la mayoría
de los mismos pasaba a los triunviros y se destinaba al pago de
tropas. Se calcula que las proscripciones
afectaron a 300 senadores y 2.000 caballeros, entre los cuales se
incluía al propio Cicerón, y redujeron en un tercio el Senado,
ocupándose los puestos vacantes con hombres fieles a los triunviros,
sobre todo a Octaviano. Éste vería aún más reforzada su situación
con la divinización de César, al que se dotó de un templo en el
Foro Romano y una clase sacerdotal permanente. A partir de ese
momento, Octaviano pasó a ser conocido, principalmente a través de
las monedas, como Dei Filius, o hijo de un dios. La guerra civil contra los
cesaricidas finalizaría con dos batallas sucesivas, ambas en
Filipos, en la provincia de Macedonia. Bruto y Casio contaban con 19
legiones contra las 29 que lograron reunir los triunviros, por lo que
son derrotados y optan por el suicidio. Su muerte supone
prácticamente el fin del partido republicano contrario a los
cesarianos, ya que se queda sin jefes y sin ejército. La victoria impuso a los triunviros
la necesidad de encontrar tierras con las que recompensar a sus
soldados veteranos. Dada la inexistencia de tierra pública, se
vieron en la obligación de expulsar y expropiar a centenares de
miles de campesinos de Italia, siendo uno de los perjudicados el
poeta Virgilio, como refleja en sus Georgias. Esta labor impopular
correspondió a Octaviano, por hallarse Antonio en Oriente, y afectó
a un total de dieciocho ciudades de toda Italia. La medida aumentó la clientela del
hijo adoptivo de César, al sumar a su causa a los colonos recién
asentados, pero al mismo tiempo desencadenó la denominada guerra de
Perugia en el año 40 a.C., cuando los perjudicados por las
expropiaciones encontraron en Lucio Antonio, hermano de Marco
Antonio, un líder para su causa. El conflicto se saldó con una
nueva victoria para Octaviano y puso en peligro la continuidad del
triunvirato.
Aunque Antonio desembarca en Italia
dispuesto a un enfrentamiento con Octaviano, los centuriones de ambos
ejércitos se niegan a combatir y logran la firma del Tratado de
Brindisi, por el que no solo se continúa el sistema del triunvirato
sino que además se produce un nuevo reparto de los territorios de
Roma: Octaviano recibe las provincias occidentales, Antonio las
orientales y Lépido sólo África, gobernando los tres conjuntamente
en Italia. Como garantía del cumplimiento del tratado y del buen
entendimiento entre los triunviros, Antonio contrae matrimonio con
Octavia, hermana de Octaviano y recientemente viuda de su primer
marido, Marcelo. El nuevo acuerdo enfrenta a Octaviano
directamente con Sexto Pompeyo, el cual todavía ejerce un control
absoluto sobre el Mar Mediterráneo hasta el punto de amenazar el
abastecimiento de trigo a Roma procedente de Egipto. A fin de acercar
posturas con él, en el año 40 a.C. Octaviano casa con Escribonia,
una pariente lejana de Pompeyo, con quién tendría a su única hija,
Julia. Solamente un año más tarde, pondría fin momentáneo al
conflicto con la firma del Tratado de Miseno, por el que Octaviano
concede a Pompeyo poderes sobre Sicilia, Córcega, Cerdeña y el
Peloponeso, a cambio de que Pompeyo no interrumpa el abastecimiento
de trigo. Conseguido su objetivo, Octaviano
repudia a Escribonia y contrae matrimonio poco tiempo después
-enero del 38 a.C.-con Livia Drusila tras haber obligado a su primer
marido, Tiberio Claudio Nerón, a divorciarse de ella, entonces
embarazada de seis meses de su segundo hijo. Las fuentes afirman que
la boda fue un acto de amor, aunque sin duda se debió también a la
conveniencia política. Livia pertenecía a una de las familias
aristocráticas más antiguas de Roma, los Claudios, lo que permitió
a Octaviano estrechar lazos con el sector conservador del Senado. Gracias a la intervención de
Octavia, hermana de Octaviano y esposa de Antonio, se renueva en 37
a.C., en la ciudad de Tarento, el triunvirato por otros cinco años
más, acordándose una ayuda militar recíproca. Basándose en ello,
Octaviano decide emprender finalmente la guerra con Pompeyo, que,
obligatoriamente, habrá de tener lugar en el mar. Al frente de su
flota, Octaviano colocará a Marco Vipsanio Agripa, uno de sus
colaboradores más próximos. Antonio por su parte opta por emprender
la guerra contra los partos, coincidiendo sus deseos con las
ambiciones de Cleopatra VI, reina de Egipto, que aspiraba a ampliar
su territorio. En julio del año 36 a.C se inicia el
enfrentamiento contra Sexto Pompeyo. Mientras tanto Octaviano deja al
frente de Roma a Cayo Cilnio Mecenas, otro de sus colaboradores
cercanos, si bien sin cargo alguno que respalde su autoridad, cosa
que constituía una violación de la legalidad republicana. La guerra
entre Pompeyo y Octaviano se resolverá en dos grandes batallas, en
Mylae y en Nauloco. La consecuencia inmediata de la victoria de
Octaviano es la huida de Pompeyo a Oriente, dónde sería detenido y
ejecutado en el año 35 a.C., al parecer por orden de Antonio.
Gracias al botín obtenido en este
conflicto, Octaviano compra a los legionarios de Lépido con el fin
de que se incorporen a su ejército, debilitando hasta tal punto la
posición de su colega de triunvirato que éste decide renunciar a su
cargo y retirarse como ciudadano privado a una villa, dónde morirá
24 años más tarde. Sin embargo, Lépido seguirá detentando el
cargo de Pontífice Máximo, similar a jefe de la religión romana,
durante toda su vida, ya que es un cargo vitalicio, por lo que
Octaviano no pudo acceder a él hasta el fallecimiento de Lépido. Roto de esta forma el triunvirato,
Octaviano fundamentará su poder en el año 36 a.C. en la potestas
de tribuno de la plebe, que le permitirá convocara tanto a las
asambleas como al Senado y gozar de la sacrosanctitas o
inmunidad sagrada, no solo para él sino también para Livia y
Octavia. Antonio, mientras tanto, continuará
en Oriente, donde toma una serie de torpes medidas que pronto habrán
de convertirse en argumentos a favor de Octaviano. En aquel mismo
año, el 36 a.C., dirigió una gran expedición contra los partos que
supondría un sonoro fracaso con gran pérdida de soldados y
armamento y una considerable merma de su prestigio militar. Octaviano
no solo no le envía 2.000 legionarios en vez de los 20.000
prometidos, lo que impide a Antonio recuperarse de la derrota, si no
que además los envía acompañados de Octavia. Este hecho coloca a Antonio en
situación complicada, pues si bien Octavia era su esposa en Roma,
Cleopatra lo era igualmente en Alejandría, y de aceptar la ayuda
militar enviada por Octaviano se arriesgaba a perder el apoyo militar
y económico de Cleopatra. Antonio, finalmente, decide enviar a
Octavia de vuelta a Roma, lo que desencadenó inmediatamente una
enorme propaganda negativa en su contra, al haber rechazado a su
esposa legítima por una amante oriental. A finales de ese mismo año, Antonio
comete un nuevo error. Munacio Planco, uno de sus antiguos
colaboradores, convence a Octaviano de que abra y dé a conocer el
testamento de Antonio. En él, Antonio expresa su deseo de ser
momificado y enterrado en Alejandría junto a Cleopatra, así como su
intención de dividir los territorios romanos de Oriente entre los
hijos tenidos con la reina egipcia para que puedan reinar sobre
ellos. Inmediatamente tras conocerse el contenido del testamento,
Antonio es declarado “enemigo público” y estalla la guerra entre
los dos antiguos triunviros. No obstante, a pesar de disolverse el
triunvirato en el año 33 a.C., la ruptura oficial entre ambos no se
producirá hasta 32 a.C., momento en que Octaviano accede nuevamente
al consulado para poder revestir su poder de legitimidad. Esta nueva
guerra civil tendrá como escenario Macedonia, dónde se encontraba
anclada la flota de Antonio, acosado por continuas deserciones; el
conflicto por tanto tendrá lugar de nuevo por mar, produciéndose la
batalla definitiva en Actium en el año 31 a.C. Las embarcaciones de
Octaviano, comandadas por Agripa, eran más pequeñas que las de
Antonio, pero también más manejables y numerosas; pronto el enfrentamiento
empieza a inclinarse por el bando de Octaviano, momento en que
Cleopatra, presente en Actium, huye seguida de cerca por Antonio.
Casi de forma inmediata, las legiones de éste, acantonadas en
tierra, juran lealtad a Octaviano. En Alejandría Cleopatra y Antonio
organizan la resistencia, pero Octaviano logra entrar en la capital
de Egipto y derrotar nuevamente al antiguo triunviro. Cleopatra y
Antonio optarán por el suicidio, y el país del Nilo queda
anexionado a Roma. La conquista no solamente asegurará el
abastecimiento de trigo a Italia si no también proporcionará a
Octaviano un cuantioso botín de guerra con el que se recompensará a
sus partidarios y pondrá fin al período de guerras civiles iniciado
en el año 49 a.C. con el paso del Rubicón por Julio César.
*Fotografía 1: Retrato de Julio César
*Fotografía 2: Moneda de Marco Junio Bruto donde se conmemora el asesinato de Julio César
*Fotografía 3: Retrato de Marco Antonio
*Fotografía 4: Moneda de Marco Emilio Lépido
*Fotografía 5: Moneda de de Sexto Pompeyo como "Neptuni filius"
*Fotografía 6: Posible retrato de Cleopatra
*Fotografía 2: Moneda de Marco Junio Bruto donde se conmemora el asesinato de Julio César
*Fotografía 3: Retrato de Marco Antonio
*Fotografía 4: Moneda de Marco Emilio Lépido
*Fotografía 5: Moneda de de Sexto Pompeyo como "Neptuni filius"
*Fotografía 6: Posible retrato de Cleopatra
Felicidades con retraso Laura. Dos personalidades tan diferentes como César y Octavio. ¿Continuidad en la política de ambos? Sin duda Octavio mostró valor, o ambición, tras la muerte de César. Este último era un genio, ¿era Octavio solo un hombre práctico?
ResponderEliminarAlgunos nacen con estrella y otros estrellados. En el caso de Octavio no solo tuvo la oportunidad perfecta, si no que además la supo aprovechar hasta sus últimas consecuencias
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