La cuestión
sucesoria y la muerte de Augusto.
La enfermedad de Augusto en el año
23 a.C puso ya en evidencia los problemas en torno a
la sucesión. Con el fin de garantizar la continuidad y estabilidad
de su nuevo régimen, y ante la ausencia de un hijo varón, Augusto
precisaba designar a un heredero por medios poco dramáticos y suaves
que no despertaran de nuevo las temores del Senado ante una posible
monarquía. Para ello, el elegido debía ganarse su posición por
méritos que fueran reconocidos por el pueblo romano y a través de
la acumulación progresiva y lenta de honores y cargos. Por lo general, se acepta que el
primer heredero elegido por Augusto fue Marco Claudio Marcelo, el hijo de su hermana Octavia, a quién además casó con su única
hija, Julia; si bien, en el momento de caer enfermo en el año 23
a.C., la lectura de su testamento ante el Senado mostraba su
preferencia por Marco Agripa, su colaborar más antiguo y cercano, y
el único capaz, por su larga experiencia, de dirigir el Imperio y
las legiones en caso de que Augusto hubiera muerto. De hecho, tras fallecer Marcelo en
ese mismo año, Augusto casará a su hija con Agripa, con quién
tendría tres hijos y dos hijas: Cayo César, Lucio César, Julia la
Joven, Agripina la Mayor y Póstumo Agripa, este último así llamado
por nacer después de la muerte de su padre. Poco después del nacer
su segundo hijo, Agripa conseguiría un cargo de cinco años de
duración para la administración de la parte oriental del Imperio
con el imperium de un procónsul y la misma potestas tribunicia que
tenía Augusto. Esta concesión de poder evidenciaba la preferencia
de Augusto por Agripa, pero al igual que Marcelo, también Agripa
moriría antes que su suegro. Tras su fallecimiento, se hizo rapidamente evidente la intención de Augusto de convertir a sus nietos Cayo y
Lucio César en sus herederos tras que los adoptara legalmente como
hijos propios y los nominara para los consulados de los años 1 y 4
d.C. También mostraría preferencia por sus hijastros, Tiberio y
Druso el Mayor, a quienes concedió mandos militares y cargos
públicos, si bien siempre favoreció más a Druso. Tras la muerte de
Agripa, Augusto respetaría el matrimonio de éste con Antonia, hija
de su hermana Octavia y Marco Antonio, mientras que obligaba a Tiberio a divorciarse
de su primera esposa Vipsania para casar con Julia, la hija de
Augusto. Poco después, Tiberio se retira como ciudadano privado a la
isla griega de Rodas en el año 6 a.C. Las razones esgrimidas para
justificar el exilio voluntario de Tiberio han sido muchas: el
fallido matrimonio con Julia, su exclusión de la vida política a
favor de sus hijastros...Sea como fuere, no regresará a Roma hasta
el año 4, momento en que las prematuras muertes de Lucio y Cayo
César en los años 2 y 4 d.C. y el fallecimiento repentino de su
hermano Druso en 9 a.C. obligan a Augusto a adoptarlo como sucesor,
si bien con la condición de que Tiberio adoptara a su vez a
Germánico, su sobrino, casado con Agripina, nieta de Augusto, con lo
que éste quizás pretendía asegurar que el poder imperial regresara
algún día a su familia. Junto a Tiberio, Augusto adoptaría también
a su último nieto varón superviviente, Póstumo Agripa, que, sin
embargo, por razones aún no demasiado claras, acabaría en el exilio
en el año 7, dejando a Tiberio como único sucesor. Augusto muere el 19 de agosto del año
14 en Nola. Una gran procesión condujo su cuerpo de vuelta a Roma,
dónde se celebró en su honor un funeral de Estado y fue incinerado,
siendo depositados sus restos en el Mausoleo que él mismo
construyera en el Campo de Marte.
El culto imperial.
Augusto se negó a su divinización
en vida y no consistió templos en su honor, si bien permitió el
culto a su persona si iba asociado al de la dea Roma, una deificación
de Roma surgida en la Asia Menor hacia el siglo II a.C., así como el
culto a su numen y su genius, en privado por las
familias y en público por el ejército. El numen era una
fuerza divina solo propia de los dioses mientras que el genius
era la divinidad protectora del paterfamilias. El
Senado ordenó libaciones a su genius
en los banquetes públicos y privados ya a comienzos de su gobierno.
En el año 12 a.C. se añade al genius
de Augusto la figura de los lares,
divinidades que protegían los hogares, y los compita,
los puntos de intersección de las vías. Finalmente se organizó
todo un culto oficial para atender a los lares y
al genius de Augusto,
sembrando el germen del posterior culto imperial. Así,
a su muerte en el año 14, Augusto fue proclamado divus
o divino. El culto imperial sería un importante elemento de cohesión
del Imperio, sobre todo en las provincias orientales.
La semana próxima: la biografía de Tiberio
Sigo viendo las biografías. Muy bien, pero deja correr un poco tu prosa, no la reprimas.
ResponderEliminarun saludo