Las relaciones
con el Senado.
Republicano por
convicción, Tiberio aspiraba a un poder libre del carácter
excepcional que tuvo con Augusto, y aceptó el gobierno con el
espíritu de un aristócrata que asume una magistratura de forma
extraordinaria en el contexto de la leyes republicanas. Preocupado,
especialmente, por la definición jurídica de su poder, no aceptó
ni títulos tales como “Padre de la Patria” ni honores divinos.
Es más, renunció al título de Imperator, de marcado
carácter militar, y prefirió ser llamado Princeps, a fin de
subrayar los aspectos civiles de su poder y su intención de gobernar
en colaboración con el Senado. De acuerdo con
esta política, Tiberio transfirió al Senado la elección de los
magistrados, solicitó su colaboración a través de los
senatusconsulta y lo convirtió en un organismo judicial como
tribunal para juzgar los crímenes de lesa majestad, cometidos por
sus propios miembros o por el estamento ecuestre. La lex de
maiestate, actualizada por Augusto -en la que se condenaban y
castigaban todos los delitos de conspiración contra el princeps
como crímenes de alta traición contra el Estado- poseía un buen
número de aspectos negativos: la acusación estaba en manos de
informadores de profesión, los delatores, cuyas denuncias eran
objeto de recompensa, y el propios concepto de maiestas era tan
impreciso que podía convertirse, en manos de un princeps
susceptible, en objeto de terror. La política de
Tiberio, empeñada en un programa de colaboración con el Senado,
toparía de frente con la realidad monárquica del Estado, apoyada
necesariamente en las legiones. Por otra parte, el Senado había
perdido su capacidad de iniciativa, convertido en un estamento solo
preocupado por preservar su posición. Los deseos de colaboración
del príncipe hubieron de convertirse en órdenes y las órdenes
generaron enseguida rencores e incomprensión por parte de los
senadores.
Política
interior.
El principado de
Tiberio representa el desarrollo y consolidación de las
instituciones creadas por su predecesor Augusto, en especial en la
estructura burocrática, el sistema financiero y la organización
provincial. Sin duda, el problema más crucial era el financiero
-habría dos crisis de este tipo durante el gobierno de Tiberio, en
los años 22 y 33-, principalmente por los enormes gastos que exigía
pagar a las fuerzas armadas. Ello obligó a Tiberio a emprender una
política de ahorro combinada con un aumento de los impuestos
provinciales que le volvió impopular en Roma y el Imperio, situación
sin duda agravada por una serie de acontecimientos ocurridos en el
círculo de la familia imperial: Tiberio había
adoptado por imposición de Augusto a Germánico, primer hijo de su
hermano Druso el Mayor. Al frente del ejército estacionado en el
Rin, emprendió dos campañas, entre los años 14 y 16, para intentar
someter la Germania hasta el Elba. Pero los escasos éxitos militares
no justificaban los riegos y los gastos de la conquista, y Tiberio
hizo regresar a su sobrino a Roma con la excusa de darle una misión
diplomática en Oriente. Allí, en el
desempeño de su cargo, Germánico entró en conflicto con el
gobernador de Siria, Cneo Calpurnio Pisón. Poco después moría en
la ciudad de Antioquía y Pisón fue acusado de inmediato de
envenenarle. El gobernador sería condenado, pero la viuda de
Germánico, Agripina, última nieta de Augusto, acusó del crimen
también a Tiberio, y concentró en torno a ella un partido de
oposición contra el princeps.
En este contexto,
iba a intervenir Lucio Elio Sejano, prefecto del pretorio. De origen
etrusco, Sejano concentró en un acuartelamiento dentro de Roma -los
castra praetoria- a las 9 cohortes pretorianas hasta ese
momento distribuidas por diversos puntos de la capital y con aquello
convirtió su cargo en uno de los poderes más decisivos e
imprevisibles del Imperio. Gracias a la confianza que en él tenía
Tiberio, puso este poder ilimitado al servicio de sus intereses, que
se concentraban en hacerse con el poder. Desaparecido
Germánico, el más claro candidato a la sucesión era Druso el
Joven, el propio hijo de Tiberio; sin embargo, moriría en el año
23, al parecer asesinado por su esposa Livila a instigación de
Sejano. Solamente dejaba un hijo de corta edad-Tiberio Gemelo-y por
ello el emperador hubo de tener en cuenta a los dos hijos mayores de
Germánico, Nerón y Druso III, para la sucesión. Sejano trató de
inmediato de profundizar al máximo el abismo entre el emperador y
Agripina y sus hijos atacando al círculo de amistades que los
apoyaban. Para ello se sirvió de la lex de maiestate y de
delatores que involucraron en procesos de alta traición a los
principales partidarios de Agripina. Tiberio,
amargado, decidió en ese momento abandonar Roma y retirarse a la
isla de Capri, dónde, si bien continuó cumpliendo con sus deberes
de gobierno acabó por perder su escasa popularidad. Este retiro
voluntario significó también un mayor alejamiento entre el Senado y
el princeps, mientras su favorito Sejano podía desplegar sin
limitaciones su influencia en la política de la capital. Así, logró
acusar con falsos documentos a Agripina y a su hijo Nerón hasta
lograr que ambos fueran enviados al exilio, dónde murieron; también
Druso III, el hijo menor, fue acusado de conspiración, si bien fue
retenido prisionero en el palacio imperial a espera de juicio. Pero las acciones
de Sejano acabaron por despertar las sospechas de Tiberio. En el año
31, año del consulado del propio Sejano, Tiberio, alertado por
Antonia la Menor, viuda de su hermano Druso el Mayor, decide
deshacerse de su prefecto. Tras nombrar a Sertorio Macrón para
sustituirle, lo envió a Roma con una carta, dirigida al Senado, en
la que denunciaba los crímenes de Sejano. De forma inmediata, los
senadores reaccionaron con el encarcelamiento y muerte del odiado
prefecto. La persecución
de los partidarios de Sejano fue despiadada y desató una oleada de
terror y caos en la que pereció Druso III de inanición. El anterior
fallecimiento de su hermano Nerón dejaba a Cayo, tercer hijo de
Germánico y Agripina, y a Gemelo, nieto de Tiberio, como los únicos
miembros de la familia imperial susceptibles de ser elegidos como
herederos del Imperio. Tiberio aún
continuaría a la cabeza del Imperio seis años más, hasta su muerte
en el 37. No obstante a partir de la caída de Sejano su retirada a
la isla de Capri fue completa y jamás volvió a Roma. En ese tiempo,
el Imperio siguió funcionado gracias al sistema burocrático
establecido por Augusto, en vez de ser dirigido por un princeps.
De hecho, Tiberio ni siquiera realizó ninguna disposición para
garantizar una transmisión pacífica del poder a su muerte, sino que
en su testamento nombró a Cayo y Gemelo como herederos a partes
iguales de su fortuna privada, pero no como herederos.
Las provincias
y la defensa del Imperio.
La política
exterior de Tiberio se concentró principalmente en las fronteras
norte y oriental. En la frontera
septentrional del Imperio, a la muerte de Augusto, estallaron motines
en las legiones estacionadas en el Rin y Panonia por la gran dureza
del servicio y el escaso sueldo. Sus respectivos comandantes,
Germánico y Druso el Joven, hijo de Tiberio, lograron reconducir la
situación pronto. Más tarde, como hemos mencionado, Germánico
condujo dos expediciones entre los años 14 y 16 al interior de
Germania, pero Tiberio decidió interrumpir las acciones militares y
recurrir en su lugar a la diplomacia. El enfrentamiento entre 2
grandes jefes germanos, Marbod y Arminio -responsable de la
desaparición de tres legiones en Teotoburgo bajo Augusto-,
desvaneció el peligro de Germania unida frente a Roma y permitió
organizar, tras las líneas del Rin y el Danubio la administración
de los territorios bajo dominio romano, los distritos militares de
Germania Superior e Inferior y las tres provincias de Dalmacia,
Panonia y Mesa. Solo en el Bajo Danubio, en el reino-cliente de
Tracia, se tuvo que reprimir una sublevación, entre los años 21 y
26, de tribus indígenas. En la frontera
oriental, el problema principal seguían siendo el Imperio parto, que
Tiberio intentaría solucionar de nuevo por medio de la diplomacia.
La desaparición de varios reinos-clientes de Roma en la frontera con
Partia decidieron a Tiberio a transformar Capadocia en provincia y
anexionar el territorio de Comagene a la provincia de Siria. Pero el
problema más grave seguía siendo Armenia, cuyo trono se disputaban
reyes-clientes tanto de Roma como de Partia; finalmente, tras
diversos enfrentamientos, fue entronizado el candidato de los
romanos. En el resto del
Imperio, solo conflictos secundarios exigieron el uso de las armas.
Destaca en el año 21 la sublevación de las provincias galas
provocada por la avidez de sus gobernadores recaudando impuesto, así
como la rebelión de las tribus nómadas del norte de África
dirigida por Tacfarinas.
* Fotografía 1: Detalle de "Apio Claudio el Ciego entra en el Senado para pronunciar su discurso contra el rey Pirro", fresco en el Senado italiano
* Fotografía 2: "La muerte de Germánico", de Poussin
* Fotografía 3: "El exilio de Tiberio", de Félix Joseph Barrias
* Fotografía 4: "La muerte de Tiberio", de Jean Paul Laurens
* Fotografía 1: Detalle de "Apio Claudio el Ciego entra en el Senado para pronunciar su discurso contra el rey Pirro", fresco en el Senado italiano
* Fotografía 2: "La muerte de Germánico", de Poussin
* Fotografía 3: "El exilio de Tiberio", de Félix Joseph Barrias
* Fotografía 4: "La muerte de Tiberio", de Jean Paul Laurens
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